Me fui triste y pensativo, algo me retenía y me quede en la calle viendo el patio y sobretodo a Oscar. A partir de saber su nombre ya era distinto, ya el niño tenia nombre. Al siguiente día también fui y me atreví a entrar en el patio e intentar ver a Oscar, el estaba en el mismo sitio que el día anterior y también estaba solo, me acerque y le dije Hola Oscar, el me dijo ¿como sabes que estoy aquí? ¿Si nadie me ve? yo le conteste; por que me lo han dicho pero claro yo no te veo, pero siempre he querido ser amigo de alguien invisible estuvimos un rato hablando, o por lo menos yo lo intenté porque el casi no hablo.
Al siguiente día volví a ir, esta vez le llevaba dos regalos, uno era una pelota y el otro una barra de pintura negra. Me acerque a donde el estaba y pregunte en voz alta, ¿donde estas Oscar? el en voz muy baja me dijo aquí donde siempre, y ¿que traes? ¿Es para mí?, le dije si es para ti, te traigo una pelota para poder jugar contigo y una barra de pintura negra para que te pintes la cara y así poder saber donde estas para echarte la pelota, el niño sonrió y me pregunto de verdad que quieres jugar conmigo, si claro podemos jugar, y entonces se volvió a poner triste y me dijo que entonces por que no me lo quería llevar, pero que lo entendía nadie lo quería por que era invisible. Algo me partió el alma y me dolió mucho más que esa patada que me rompió la pierna. De inmediato supe que ya ese niño era parte de mi vida y que ya lo quería.
Me fui a hablar con la directora y le dije que si todavía podía adoptar al niño, ella me dijo que si estaba seguro y yo le dije que nunca había estado tan seguro de algo en mi vida. Ella me dijo que si, que todavía no había devuelto los papeles que algo por dentro le decía que me quedaría con el pequeño, pero que tenía que seguir las pautas establecidas que durante un tiempo el niño debía de seguir en el centro y que yo podía ir a recogerlo por el día para sacarlo fuera y estar con el asta que el niño se acostumbrara a mí. También me dijo que Oscar era un niño difícil, ya que era un niño que había sido rechazado varias veces y tenía miedo. Yo le dije que no se preocupara que intentaría ganármelo.
Al siguiente día fui a buscarlo y para mi sorpresa estaba donde siempre, pero tenía la cara pintada para que pudiera verlo y así poder jugar con el, mi sorpresa fue tan grata que asta se me saltaron las lagrimas, estuvimos un rato jugando ala pelota en el patio. También estuvimos un buen rato hablando y me dijo que el antes no era invisible que era normal, pero que se hizo invisible sin darse cuenta. Le dije; Oscar mañana es sábado y juega el Sevilla al fútbol te quieres venir a verlo conmigo al campo, el niño dijo que si. Que el nunca había visto un partido de fútbol en el campo. Esa tarde al igual que todas las anteriores me quede fuera mirando lo que asía el niño, esta vez el niño se movió de su sitio y fue a donde estaban los otros niños y empezó a jugar con ellos a la pelota, cuando lo vi correr detrás de la pelota y de los demás niños me sentí el hombre más feliz del mundo.
Al siguiente día fui a recogerlo y le llevé una gorra y unas gafas de sol, también una barra de pintura pero esta vez de color carne, le dije que se pusiera la gorra para que así viera su cabeza y que en vez de negro que se pintara del color de carne y también que se pusiera las gafas para así poder ver los ojos. Salimos y pasamos una tarde genial después del fútbol fuimos aún restaurante para comer algo y luego llevarlo al centro. El niño apenas hablaba cuando estábamos juntos pero cada día que pasaba se le notaba más feliz y a gusto conmigo. Así llevábamos varias semanas y cada momento que pasaba sin el se me asía interminable, era muy raro pero cierto un niño triste y de pocos amigos había conseguido que a pesar de todo lo que me había pasado volviera a ser feliz. Creo que a mí me hacía más falta su compañía aún que a el la mía.
La directora me dijo que ya estaba listo el niño, que cuando yo no estaba preguntaba por mí, así que ya podía llevármelo para casa, pero eso si que si en dos o tres meses me arrepentía podía volver a dejarlo en el centro y que también en ese tiempo tendría visitas para comprobar si el niño estaba bien. También ese día la directora me dijo que el cambio del niño había sido muy bueno desde que me conoció, pero que si el niño sufriera otro abandono que sería muy duro ya para el niño, le dije que no se preocupara que eso no sucedería. Yo le dije que tenía que ir unos días a mi casa y prepararla para su llegada que como tenía pensado de no acogerlo no prepare nada, pero que en tres o cuatro días como mucho volvía por el para llevármelo, y que estuviera tranquila que no me arrepentiría que no podía vivir sin el crío. Se lo dije al niño que volvía a casa para prepararle su dormitorio y volver por el ya para siempre. Se puso triste y en su cara se veía que tenía miedo que no volviera.
Al siguiente día volví a ir, esta vez le llevaba dos regalos, uno era una pelota y el otro una barra de pintura negra. Me acerque a donde el estaba y pregunte en voz alta, ¿donde estas Oscar? el en voz muy baja me dijo aquí donde siempre, y ¿que traes? ¿Es para mí?, le dije si es para ti, te traigo una pelota para poder jugar contigo y una barra de pintura negra para que te pintes la cara y así poder saber donde estas para echarte la pelota, el niño sonrió y me pregunto de verdad que quieres jugar conmigo, si claro podemos jugar, y entonces se volvió a poner triste y me dijo que entonces por que no me lo quería llevar, pero que lo entendía nadie lo quería por que era invisible. Algo me partió el alma y me dolió mucho más que esa patada que me rompió la pierna. De inmediato supe que ya ese niño era parte de mi vida y que ya lo quería.
Me fui a hablar con la directora y le dije que si todavía podía adoptar al niño, ella me dijo que si estaba seguro y yo le dije que nunca había estado tan seguro de algo en mi vida. Ella me dijo que si, que todavía no había devuelto los papeles que algo por dentro le decía que me quedaría con el pequeño, pero que tenía que seguir las pautas establecidas que durante un tiempo el niño debía de seguir en el centro y que yo podía ir a recogerlo por el día para sacarlo fuera y estar con el asta que el niño se acostumbrara a mí. También me dijo que Oscar era un niño difícil, ya que era un niño que había sido rechazado varias veces y tenía miedo. Yo le dije que no se preocupara que intentaría ganármelo.
Al siguiente día fui a buscarlo y para mi sorpresa estaba donde siempre, pero tenía la cara pintada para que pudiera verlo y así poder jugar con el, mi sorpresa fue tan grata que asta se me saltaron las lagrimas, estuvimos un rato jugando ala pelota en el patio. También estuvimos un buen rato hablando y me dijo que el antes no era invisible que era normal, pero que se hizo invisible sin darse cuenta. Le dije; Oscar mañana es sábado y juega el Sevilla al fútbol te quieres venir a verlo conmigo al campo, el niño dijo que si. Que el nunca había visto un partido de fútbol en el campo. Esa tarde al igual que todas las anteriores me quede fuera mirando lo que asía el niño, esta vez el niño se movió de su sitio y fue a donde estaban los otros niños y empezó a jugar con ellos a la pelota, cuando lo vi correr detrás de la pelota y de los demás niños me sentí el hombre más feliz del mundo.
Al siguiente día fui a recogerlo y le llevé una gorra y unas gafas de sol, también una barra de pintura pero esta vez de color carne, le dije que se pusiera la gorra para que así viera su cabeza y que en vez de negro que se pintara del color de carne y también que se pusiera las gafas para así poder ver los ojos. Salimos y pasamos una tarde genial después del fútbol fuimos aún restaurante para comer algo y luego llevarlo al centro. El niño apenas hablaba cuando estábamos juntos pero cada día que pasaba se le notaba más feliz y a gusto conmigo. Así llevábamos varias semanas y cada momento que pasaba sin el se me asía interminable, era muy raro pero cierto un niño triste y de pocos amigos había conseguido que a pesar de todo lo que me había pasado volviera a ser feliz. Creo que a mí me hacía más falta su compañía aún que a el la mía.
La directora me dijo que ya estaba listo el niño, que cuando yo no estaba preguntaba por mí, así que ya podía llevármelo para casa, pero eso si que si en dos o tres meses me arrepentía podía volver a dejarlo en el centro y que también en ese tiempo tendría visitas para comprobar si el niño estaba bien. También ese día la directora me dijo que el cambio del niño había sido muy bueno desde que me conoció, pero que si el niño sufriera otro abandono que sería muy duro ya para el niño, le dije que no se preocupara que eso no sucedería. Yo le dije que tenía que ir unos días a mi casa y prepararla para su llegada que como tenía pensado de no acogerlo no prepare nada, pero que en tres o cuatro días como mucho volvía por el para llevármelo, y que estuviera tranquila que no me arrepentiría que no podía vivir sin el crío. Se lo dije al niño que volvía a casa para prepararle su dormitorio y volver por el ya para siempre. Se puso triste y en su cara se veía que tenía miedo que no volviera.